Ya estaba uno o una, que nunca sé cómo decirlo cuando hablo a los humanos- cansado de comer todos los días lo mismo. De pasar las tardes muertas al sol frotando por parejas mis pegajosas extremidades.
A veces aleteaba absurdamente, golpeando continuamente mi cabeza contra la misma superficie mi favorita es el cristal- para aumentar mi zumbido. Me aburría. Ya no me motivaba ver aproximarse hacia mí a un cánido con gesto apresurado. Ya no degustaba de igual manera las deliciosas costras que cubren vuestras heridas. Ya no me divertía pasar pegado a la espalda de una de mis compañeras tarde tras tarde. Quería romper con todo aquello.
Volando infatigable fui descubriendo nuevos lugares. Probé el sabor de vuestros cadáveres, vuestros orines y vuestros desechos. Todo sabía a lo mismo. No veía salida, y eso que doy fe de que tengo un inmejorable sentido de la vista. El final estaba cerca. Sólo barajaba dos opciones de futuro. Elegí la segunda, porque la de arrojarme a una tela de araña me resultaba demasiado desagradable. Así que osé a entrar en uno de esos edificios que vosotros construís para morir electrocutado. Golpeaba mi espalda contra todos los tubos fluorescentes que veía, esperando encontrar el azulado que acabara con mi vida. Y así avanzaba por estrechos pasillos y desordenadas estancias. Todo oscuro. Silencio. En el aire.
Maravilloso. Un paraíso. Y todo para mí. Un lugar que almacenaba todo tipo de inmundicias, miserias y despojos. Focos. Calor. Gente. Sudor. Basura. Y aquí sigo desde entonces. Disfrutando de una basura que jamás había probado hasta aquel mismo momento y de la que estoy seguro nunca llegaré a cansarme. Cada día hay más. Muy parecida al resto, pero siempre más insalubre que la anterior. Si es que incluso he llegado a encontrarme con familiares venidos de las tierras de las arañas gordas y peludas. Hay basura para todos. Pero yo soy el único que se atreve a desafiar a toda esa gente para seguir degustando el ponzoñoso manjar. Si aquí me matan, será el más digno de mis posibles finales. Mientras tanto, seguiré disfrutando de la basura y de mi fama. Sí. Una fama insuperable para cualquiera de los míos. Muy por encima de la de mi prima la cojonera y las extrañas tse tse. Soy la mosca de la tele. Y soy el puto amo.
Hum, parece que reconozco el sonido de lo que llamáis spray yo prefiero lo de flu flu, parece más inofensivo-. Me voy zumbando. Coño, otro programa de famoseo, mis favoritos
uy, el spot de merçy, y el de frenatús, y el de orlando, el programa de
No se si es lo corriente en esto de los blogs y tal, pero me resulta mítico comprobar la tamaña gilipollez que he ayudado a gestar con mi post "colegio de magia y hechicería para niños". Me jode, sin embargo, comprobar la capacidad de la mayoría de mis lectores...
Y todo porque me iba un mes y medio a casa del sin par Edul! Joder, a ver qué escribo ahora que vuelvo a vivir con el Fortu...
No señor.
No es que haya dejado de escribir por simple desidia. Simplemente quiero evitaros el trago de tener que leer (los que aquí acudis a hacerlo) cualquier basura jebística.
Y es que ahora estoy ocupado. Hago cosas sin tener ninguna obligación moral de hacerlas más allá que mi propio interés. Y eso me anima y me reconforta. Ha llegado el momento de aprender y aplicar lo aprehendido.
sólo espero que ahora esto no vaya a entorpecer las actividades que venía realizando hasta la fecha con deliciosa asiduidad.
Pero, ya sabéis, nada de dejadez, sino todo de no dejar hez.
Pronto encontraré tiempo para escribir algo de interés efímero y aparente. Que sí, que ya voy a tomarme un Frenatus (hay que joderse).
FELIZ 26.
Tengo 25 años.
Estoy en el paro (sin subsidio).
Vivo en una ciudad deprimida.
Soy alérgico a la Aspirina.
Veo algo de telebasura, aunque nunca la escucho.
Me aburre conducir.
Odio a las palomas.
No tengo mascota.
Confundo los términos empatía y sinergia.
Detesto a fresita, aunque no mucho más que al resto de concursantes.
No sé quién participa en la isla de los famosos.
Escribo chorradas como ésta en mi blog.
¿Cómo dice, doctor? ?Que cómo me siento? Pues realmente bien, muy bien. Así que imagínese; si después de este breve autorretrato que le he ofrecido me siento bien, debe ser porque todo lo que no le he contado es mítico.
Gracias por haberme escuchado. Aquí tiene sus ecus. Hasta pronto.
Todos los días recorría las mismas calles. Desandaba todo lo andado para de nuevo volver a caminarlo. Y por ello le llamaban loco.
Podía vérsele cada medio día haciendo cola en la puerta de la panadería. Arropado por el calor de las gentes, embriagado por los aromas del pan recién hecho y la gente recién encontrada. Esperaba paciente su turno, y cuando éste llegaba, dejaba que fuera pasando todo el mundo que le seguía en la fila. Todos le agradecían gentilmente el gesto, y le tachaban de loco.
El almuerzo lo hacía siempre paseando por el parque. Comía el bollo que había comprado en la panadería y sonreía a todos los paseantes con los que se encontraba. Bien podía estar diluviando o cayendo el sol de la forma más implacable, él siempre saludaba con un alegre buenos días, que siempre era respondido, seguido de un furtivo está loco.
La tarde la pasaba encerrado en un ascensor del centro comercial. Cada día uno. Y allí soñaba despierto con ser un atento ascensorista. Buenas tardes damas y caballeros era su frase de bienvenida, punto de partida para iniciar fugaces conversaciones. Primera planta, todo en lencería y complementos. Cómo está usted señora? Todo correcto? Segunda planta, moda bebé y juguetes. Los potenciales compradores abandonaban el habitáculo con la lista de la compra en la mano. No estaba escrito, pero lo primero que venía a su mente era el recuerdo del ascensorista loco.
Y caminaba en la noche con la lentitud propia del que no tiene destino al que arribar ni hora estimada de llegada. Pensando en cada uno de sus pasos. Ejecutándolos maquinalmente. El viento a veces acelera su marcha, pero nunca sus ganas de llegar a casa. Cuando lo hace, saca las llaves siempre ocultas en el bolsillo derecho de su gabán y gira hacia la derecha el bombín de la cerradura. Siempre maldice al pisar el felpudo. Refunfuña y odia por unos segundos al portero, que tiene la absurda manía de dar la vuelta a esa triste alfombrilla. La casa está siempre oscura. Una fría sensación de vacío es la única inquilina. Y con ella, entre lágrimas y lamentos, comparte sus miserables noches y solitarias latas de conservas
A las 7 de la mañana el portero siempre friega el rellano de su piso. Pasa el repugnante mocho golpeando todas las puertas y se para frente a la de él. Sonríe irónico cada vez que ve el felpudo. En él puede leerse un borroso bienvenido, pero sólo si se mira desde dentro de la casa hacia la calle. El portero se queja al agacharse y gira de un lado a otro su cabeza mientras pone el felpudo en la posición que él cree correcta. Desciende por la escalera y entre toses susurra maldito loco.
- Dtor. Creativo Ejecutivo: vamos chicos. Son las 18:34, el cliente nos ha dado libertad total para trabajar y no vamos a tener nada preparado para cuando llegue el protagonista del spot. Consume su cigarro.
- Dtor. Creativo, apurando su copa de Knockando: es cierto, chavales. Mirad que os dije que quería tener algo bueno sobre mi mesa en cuanto regresara de mi partido de pádel
- Dtor. De Arte: hemos preparado muchas historias, pero falta darles una vueltecita y cortar algunos hilos y flecos sueltos. Además, a mí no me agobiéis, yo sólo tengo que darle el toque genial a cada pieza, y estoy liando los porros.
- Dtor. Creativo: tenemos que conseguir hacer una pocholada, este cliente es muy importante para la agencia
- Todos: jajaja con bastante sorna. Beben y fuman indolentemente impasibles y vice versa.
- La puerta: toc, toc
- Dtor. Creativo Ejecutivo: adelante, (susurra) debe ser el protagonista.
- Camacho: jeje, yastoy akí, machotones Apoya sus manos en el cerco superior de la puerta y deja contemplar a todos los presentas sus dos enormes piruletas, justo bajo sus axilas.
- Dtor. Creativo Ejecutivo: señor Camacho, qué gran honor. Pase, pase Y le ofrece una copa de su whisky con agua.
- Copy, que recibe el porro de manos del director de arte: lo que pasa es que aquí hay mucho director y poco currela
Todos ríen y algunos se descojonan, debido en gran parte a su lamentable estado de embriaguez. Sin embargo el pánico cunde por sus iluminadas cabezas. El segundero corre y cada paso que da consume el tiempo restante.
- Dtor. Creativo: tómese otra, señor Camacho, que enseguida empezamos
Astuto ardid para ganar tiempo. Sí señor. Y Camacho se toma otra. Y otra. Y sus piruletas parecen sartenes. Y su cara un bollo preñao. El director de arte, haciendo gala del mismo, mezcla en un mismo vaso whisky, hielo y ginebra. Lo ofrece al congestionado protagonista.
- Camacho: gracias, mahete. Y, tambaleándose finiquita la copa de un solo trago.
- Todos: melopea, tensión y cansancio.
- Camacho, resopla tras el terrible trago repleto de cozcor que se ha echado. Eructa y dice, con la sonrisa resbalando por la comisura de sus labios en estado líquido, esto sí que es un pelotazo, jeje, jeje
- Todos. BINGO! Somos cojonudos
Y la campaña de Citroen, protagonizada por el ebrio entrenador de fútbol, inundará nuestras pantallas. Apenas podremos apreciar lo lamentable de la situación porque el spot se emitirá justo después de uno sobre una colección de ángeles en miniatura, y nuestro propio estupor se encargará del resto
- Clemente: me cago en la puta nación, pues es mejor mi mítico patapún parriba
- El Jebi: qué gran verdad, señor Clemente
POR CIERTO, NO QUIERO NI IMAGINAR CÓMO SE GESTARON LAS ÚLTIMAS DE MCDONALDS Y COCA COLA.