Deben llamarlo el país del sol naciente porque cuando aquí el astro rey apenas ha hecho acto de presencia, allí ya son las cuatro de la tarde. Sus habitantes son pequeños y nerviosos, aunque su aspecto adormilado indique todo lo contrario. Una buena ración de fideos y un poquito de pescado crudo tirado sobre una mesa humeante, a currar con alegría y a dormir en un armario. En la tele, muchos de sus semejantes vocean vestidos de colegiala entre luces propias de la psicodelia de los setenta, ultrahéroe utiliza su ultrarrayo y en algún canal programan esa serie tan currada que producía ataques epilépticos a sus churumebeles. Hay otro canal, de esos de poca audiencia, que deja ver a unos seres gigantescos y deformados que pelean por una pelota naranja. En las gradas, un negro más mítico que oscuro les hace salir de su letargo con un ratatatatata y les invita a un club casi siempre desierto. Y en ese club se come cuajada con y sin miel, con avellanas y azúcar, sin rastro de embutido, excepto en la cancha. Jamón de bueno, ibérico, acompañado de un regusto a hamburguesa yanky servido por mr. Catering. Los japos con su mierda de comida cruda envuelta en algas y bañada en salsa de soja y nosotros, ojiabiertos con unas bandejas llenas de manjares que saben a añejo, sobre todo a Iturriaga... No sé si somos los pobres o los ricos, pero robin hood no ha sido capaz de meternos mano, esperemos que tampoco haya rastro de aquel mítico angolazo!
Hacer de tripas corazón podría ser el título de algún medio tiempo perpetrado por Geoge corpsegrinder Fisher y sus camaradas, pero no sé si por aquellas latitudes conocen la existencia de esta expresión. Aquí la conocemos de sobra, y a Cannibal Corpse también, al menos en mi casa. Así que el viernes por la noche, justo cuando todos os preparabais para salir a tomar unos cacharrazos, yo hacía zapping y de tripas corazón al ver a un señor disfrazado de señora periodista del corazón vistiendo una camiseta del mítico grupo deathmetalero plagada de brillos y lentejuelas. Efectivamente, ese personaje que creo que estuvo casado con Parada y que aparentemente era quien llevaba los pantalones en aquella relación permitida por la naturaleza, vestía una camiseta con la portada del inolvidable Tomb of the Mutilated firmada por algún diseñador absurdo. Creo que Amaya Arzuaga comenzó a usar camisetas de los KIss, el H&M y el Bershka se llenan de prendas con motivos de los Ramones, Sex Pistols y Motorhead, pero alguien decidió rizar el rizo. Cojo una portada censurada en la que un muerto viviente practica algo similar al sexo nekromántico con una mujer descompuesta y al nombre del grupo le pongo lentejuelas... A ver Jorgito, que diría el cigarra, visita este blog y decide machacar la cara de alguien a martillazos como hacían en el susodicho álbum.
Y si algo me diferencia de este grupúsculo de periodistas es que yo intento concordar sujeto y predicado en mis oraciones y además, aporto pruebas de lo afirmado. Ahí va eso...