Deben llamarlo el país del sol naciente porque cuando aquí el astro rey apenas ha hecho acto de presencia, allí ya son las cuatro de la tarde. Sus habitantes son pequeños y nerviosos, aunque su aspecto adormilado indique todo lo contrario. Una buena ración de fideos y un poquito de pescado crudo tirado sobre una mesa humeante, a currar con alegría y a dormir en un armario. En la tele, muchos de sus semejantes vocean vestidos de colegiala entre luces propias de la psicodelia de los setenta, ultrahéroe utiliza su ultrarrayo y en algún canal programan esa serie tan currada que producía ataques epilépticos a sus churumebeles. Hay otro canal, de esos de poca audiencia, que deja ver a unos seres gigantescos y deformados que pelean por una pelota naranja. En las gradas, un negro más mítico que oscuro les hace salir de su letargo con un ratatatatata y les invita a un club casi siempre desierto. Y en ese club se come cuajada con y sin miel, con avellanas y azúcar, sin rastro de embutido, excepto en la cancha. Jamón de bueno, ibérico, acompañado de un regusto a hamburguesa yanky servido por mr. Catering. Los japos con su mierda de comida cruda envuelta en algas y bañada en salsa de soja y nosotros, ojiabiertos con unas bandejas llenas de manjares que saben a añejo, sobre todo a Iturriaga... No sé si somos los pobres o los ricos, pero robin hood no ha sido capaz de meternos mano, esperemos que tampoco haya rastro de aquel mítico angolazo!
Posted by eljebi at 21 de Agosto 2006 a las 12:57 PM