Eran las cero horas de la madrugada de un día cualquiera y Pedrito, bien pertrechado de cepillo y engrudo, comienza a empapelar las paredes de la capital con su foto en tamaño A-2. Los buses urbanos, transformados en búhos, circulan por la calles deslumbrando con sus luces cortas a todos sus acompañantes, y a su marido, que sonríe orgulloso ante el protagonismos recién adquirido por su amado.
A escasos 300 metros, en una calle con nombre de otra ciudad, Alberto hace lo propio a las cero horas de la mañana del día siguiente, que al que madruga dios le ayuda. Sendas y cerradas ovaciones despiertan a los vecinos de dos barrios próximos pero muy alejados. Los periodistas pululan y los cámaras buscan la imagen de los candidatos creando una anáquica danza de luciérnagas y moscardones...
El momento más esperado parece estar al borde de producirse. En la zona más recoleta de la capital ambos candidatos van a encontrarse. La policía acordona la zona en la que van a pegar sus cartes uno junto al otro, después de haber dado buena cuenta de lagún grafitero enamorado. Pedrito agarra fuerte el cepillo, y frota de arriba hacia abajo con la parsimonia propia de una efeméride semejante. Alberto se para a su lado, esquivando las vallas, y sujeta de la parte superior el cartel con su foto mientras alguien imita a Pedrito. Alguien insignificante. Pedro mir a el cartel del adversario, y sus ojos cobran un brillo que atenúa la iluminación de la avenida. Alberto, ajusta bien sus gafas, y traga una saliva que más bien parece un rosco de vino. Pedrito estrecha la mano de Alberto, soltando previamente la de su marido. Una mano que queda fría y sudada, leyendo en sus propial líneas un futuro nada halagüeño. Y ante los ojos de millones de espectadores Pedrito y Alberto se funden en un apasionado beso que sella en silencio la formación de un nuevo partido.
Y así le irá a Madrid, mejor que nunca, con la expansión de Chueca hasta Aluche y el barrio de Salamanca. Una ciudad rosa y orgullosa, un love parade continuo sin atascos ni embotellamientos, sólo plagado de agujeros por un afán taladrista y con periodistas mariposeando alrededor de los ediles...
Mejor nos iría, o qué. Si eso que propongan a González, que ya escribiré algo sobre los bonsáis.
Posted by eljebi at 7 de Septiembre 2006 a las 03:19 PMYa veo que, como jovenzuelo, descartas a los viejtes como candidatos pesoistas. Razón no te falta. Ni su orgullo les permitirá presentarse ni los votantes consentirán en verlos acabar así su gloriosa trayectoria.
Lo de Pedrito ya es otro cantar. Por cierto, en estos casos ¿quién es el marido?. Como Alberto finalice todas las obras que tiene comenzadas, lo lleva claro Pedrito. Que se olvide de la alcaldía; no habría agujeros que tapar y se quedaría sin programa.
Me voy a bajar canciones.
Pedrito y esposo consorte se quedarán recluidos en Chueca. Pues aunque el escalafón se ha corrido (perdón, ha dejado el puesto de la Trini vacío), el partido busca un trasero más honrado fuera de las filas para ocuparlo y poder hacer sombra al protector de Rufianes catalanogalaicos de los collons.
Trabaja, sobri; que el egipcio Hapuseneb tiene que divertirse en la Lusitania.