Cuiden a los Niños

BONO BOSNIA-.

En fin, qué puedo decir. Qué añadir al paciente discurso de la sucesión de acontecimientos. Unos se cuadran, forman y se matan. Funerales con muchos honores, al césar lo que es del césar y a Dios, hasta luego. Llámalo Yak-42, llámalo helicóptero nosécomo. Ven, sube a mi nube, nada bueno está esperando... Y los pedazos de fuselaje se convierten en arma arrojadiza parlamentaria, y sus extintas vidas en excusas de un cuerpo enterrado bajo lápidas de otro nombre. Exhumaciones, inhumaciones e incluso enterramientos. Kas que buscan sus Bas y vice versa, mientras otros beben en sus vasos cánopes el elixir de la demagogia y el populismo. Salud y que aproveche. Y si no aprovecha, ya vendrá otra ocasión para hacerlo. Mientras tanto busquemos otras fórmulas, quizá no tan efectivas, pero mucho más glamourosas y hollywoodienses. Y el viento de la desidia sigue soplando. Y las arenas del tiempo entierran finalmente sus cadáveres y empuja al fondo de sus armarios unos esqueletos ruinosos cansados de no sustentar más que errores humanos y lamentos.
Mejor buscan otro ejemplo. Algo que hage de ellos superhéroes y de sus palabras ley escrita a sangre y fuego en la memoria histórica de una nación descerebrada. Sayonara, baby. Y así decidieron emular al gobernador que antaño se disfrazaba de actor de buena planta y robusto alzado. Y ahora ellos son T-2000 ó 3000, por lo menos. Y mariano deja caer un helicóptero con su cuerpo dentro, saliendo del trance ileso de manos de la rubia protagonista, recordando a su contrario el percance no muy lejano del autogiro. Y llega Bono, se pega dos viajes en avión -uno que le lleva a Bosnia, y el otro al suelo- para que perdure volviendo al presente la pasión turca de las gaviotas. Y vuelven a nacer presentándose al pueblo como indestructibles, mostrando realmente de la pasta de la que están hechos. Y así debe ser el sexto modelo de comunicación puesto en práctica por los partidos mayoritarios. Poner los pies en el suelo separándolos del fango por la cabeza desdibujada de su adversario. Justo dos metros más abajo 60 cadáveres no paran de revolverse...

Viajen con nosotros, señores!