Hay que joderse, no sé hace cuánto tiempo colgaba una foto de la cara de la infame Letizia en un buzón de esos en los que se mean los perros, y ahora soy yo el que está apunto de aperecer en esa especie de monumento fálico (incluyendo su espérmica leyenda).
No, no soy cartero. De hecho el único que conozco es Karl Malone, porque ni tan siquiera sé si Jack Nicholson llegaba a hacer de tal en aquella harinosa película. Soy la cara sonriente tras la ventanilla. ése que deja en mal lugar el nombre de los funcionarios sin llegar a serlo. El que te pone el cartel de cerrado en plena cara cuando llevas más de quince minutos esperando. El que no sabe qué es lo que le estás pidiendo y cuando lo hace te pide que rellenes un formulario. Pero no soy el que se tira toda la mañana desayunando y viendo tiendas. Verdad que no. Sólo descando doce minutos, aunque ni siquiera lo necesito.
Así veo que el romanticismo de la carta perfumada y la letra ilegible sigue vivo. Mucho mail y mucho msn, pero siempre hay alguien que quiere mandar un giro urgente a Gabón (el máximo es de 1000 euros), o un postal express a Orihuela (7,50 euros, entrega en 24 horas). Y ya sé qué es un borofax y un correo certificado administrativo, aunque siempre me pillan en lo de la certificación del texto y el acuse de recibo. Y me entregan una nota de la susodicha. Y cuento las cartas mas no hago baza. Barajo, corto y clasifico por destino y características. Acabo el curro, limpio el almacén de cartas improvisado y me apunto una escoba.
En definitiva, y para no alargarme más, diremos que estamos en CORREOS CUMpliendo con nuestro deber de trabajador eventual. Aprovecharé para apuntarme vuestras direcciones y amenazaros o pediros curro, según el caso...