15 de Octubre 2003

UNA CASA EN LAS AFUERAS-.

Llevaba menos de un mes allí dentro y ya se sentía encerrado.
Decidió embarcarse en esa aventura. Un experimento. Y lo estaba pagando muy caro. La metodología ensayo-error estaba siendo muy cruel. El ensayo no terminaba nunca. El error era infinito.
Muy ufano dijo que lo hacía por vivir una aventura, ignorando que todas las aventuras habitaban en su interior. Ocupó en seguida el centro del salón y permaneció inmóvil. Lucía sus mejores galas, igual que el día de su estreno. No en vano, cada vez que alguien lo rodeaba con sus brazos vivía uno nuevo.
Pero en todo este tiempo no se había dado el caso. Debido a su discapacidad no podía abandonar aquel recinto maldito pese a tener multitud de pies. Luchaba denodadamente por llamar la atención de los que le rodeaban, mas no lo conseguía pese a tener infinitas voces. Pronto se sintió parte del mobiliario. Una pieza decorativa más. Sólo práctica cuando uno de sus compañeros apostaba entre él y sus posaderas un rosado cojín.

El polvo acumulado en aquel salón desapareció como por arte de birlibirloque nada más salir al jardín. Unas dulces manos le acompañaron hasta allí, y le convirtieron en un estático espectador de la vida animal. Ahora su género se convertía en el documental. Descubrió a la vaca. A los gorrinos. Y la Naturaleza fluía por sus cuatro costados. Mas se seguía sintiendo solo. Inútil. Los animales de allá afuera le hacían el mismo caso que los de dentro. Y las nubes pasaban raudas en el cielo, y el viento acariciaba su lomo, y la vaca se levantaba. Eso es que va a llover, dijo. Y empapado pasó aquella noche. Y muchas otras pasaría rodeado de extraños y diminutos seres que trepaban por su lengua haciéndole imposibles cosquillas.

Ateridos sus miembros hasta que volvió al interior. El calor de la cocina le ayudó a desperezarse, pero no a recuperar la vida que había perdido en esos días. Ahora veía cómo discurría la vida de aquellos jóvenes. Caras llenas de piercings, brazos y espaldas decoradas con tatuajes, pies adornados con aros y tobilleras, cabezas vacías. Vidas desaprovechadas. Seres vivos inertes. Una especie de nada rellena de impulsos primarios rodeados por músculos cubiertos con telas.
El crepitar del aceite en la sartén era algo hipnótico. Una sensación estimulante dentro de aquel maremágnum de insulsez extrema. Y en eso era en lo que pensaba mientras aquellos jóvenes usaban su duro caparazón como tabla para partir embutido.

El sólo quería que se acercaran a conocerlo. Aunque tras unos días de convivencia decidió que sería mejor para él seguir pasando desapercibido. Soñaba con cómo sería el momento en el que él se abriera ante los demás. Pero en seguida se tornaba en pesadilla. Se veía a sí mismo en el centro de la habitación. Rodeado por todos los jóvenes con sus bocas desencajadas. Girando y gruñendo. El más osado de ellos cogía un palo y lo rozaba mientras los demás saltaban para protegerse de un más que seguro ataque. Y no despertaba. Porque él nunca dormía.

Y un día cayó a suelo. Nadie acudió en su ayuda. Nadie quiso levantarlo.
Él sabía que no iba al “club de la serpiente” ni nada parecido. Pero no esperaba acabar corriendo una suerte peor que la que aguardó a Oliveira. Deseó una y mil veces estar nominado. Que alguien le expulsara de aquella jaula demencial. Por favor, que alguien mande un sms pidiendo que abandonara la casa. Pero la mayoría de la audiencia tampoco era consciente de su existencia. Así que optó por otra solución. Decidió dejar todas sus hojas en blanco para así castigar a sus no-compañeros. Ésos que ahora ríen ignorando totalmente que han perdido la oportunidad de abandonar la casa sin salir de ella. Ésos que se creen felices y virtuosos mientras aporrean una mesa con unos cazos y disfrutan con eso de “a éste le gusta ésa”, “éste se tira pedos”, “éste ronca”, “asín” son las cosas.

Tuvieron posibilidad de conseguir la llave que les abriría todas las puertas, pero prefirieron ir a la sala vip. Y ahora de esa llave sólo quedan sus ajadas tapas, pues sus hojas han sido utilizadas para menesteres tales como limpiarse el culo, ¿acaso puede servir para otra cosa un montón de papel?

Que conste que no vengo a criticar formatos televisivos, ni pasividades de la audiencia, ni pretendo fomentar la cultura, ni todo está en los libros como dice la canción de S. Dragó. Yo no me meto con nadie, esto ha sido sólo una chorrada concebida mientras presenciaba una especie de resumen de GH y gestada mientras escuchaba Meshuggah (comprensible, digo yo)

Posted by eljebi at 15 de Octubre 2003 a las 09:21 PM
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