Sí señores, como lo leen.
Pero creanme que no es como para llevarse las manos a la cabeza. Peor fue lo de Figo, o lo de Mili Vanilli, por ejemplo.
Ahora añade a su lista de apellidos, seudónimos y sobrenombres otro más terminado en -ez (que, como todos sabemos, viene a significar hijo de lo que preceda), que se suma a los de pérez, jiménez, jebutez, etz.
Pero no se preocupen, sólo se unirá a esta benda mientras duren sus bolos estivales agosteños. Recorrerá pueblos y aldeas de la orografía o geografía hispánico-profunda pelándose le culo en la carretera. Cargado. Cansado. Porque con él siempre viajan el doble bombo, el bajo, la guitarra y demás parafernalia gutural. Y siendo uno más de los rodriguez no dudará en dar un repaso a su repertorio introduciendo, de vez en cuando, seguramente en fin de semana, alguna versión del miguelín el casero de Potato y de El anfitrión de Freak XXI. Y aporreando sartenes y cacerolos, subiendo y bajando persianas y toldos y conectando a la vez el ventilador y la aspiradora el señor jebi creará la sin par melodía que caracteriza a todo Rodríguez que se precie. Pieza ejecutada con dudosa maestría e interpretado con lo más desafinados instrumentos. Pero cualquier ridríguez sabrá reconocerla, y disfrutará de ella, y no perderá ripio, sabiendo que, por mucho que insista, el bis no llegará hasta pasados 8 ó 10 días...